martes, 26 de abril de 2011

James Montier y las Siete Leyes de la Inversión

Aunque, a priori, todas son igualmente importantes, lo cierto es que en su desarrollo se centra fundamentalmente en la primera lo que debería servir como referencia de su importancia relativa.

1.-Mantén siempre un colchón de seguridad, forma elegante del autor de decir: ¡compra barato! En su opinión, en la actualidad escasean los activos financieros que ofrecen tal colchón.

Hay solo valor relativo pero no absoluto, ni en bonos ni en acciones, en el Asset Allocation, al menos en Estados Unidos. Tampoco se encuentran grandes oportunidades en la selección de valores concretos, de acuerdo con los parámetros de rentabilidad operativa, financiera y de apalancamiento fijadas en su día por Ben Graham, ni en las carteras de renta fija donde el fair value para el bono americano se sitúa en el 4,5% frente al 3,5% actual.

2.-Esta vez nunca es diferente. Cuando oigas lo contrario, no te dejes arrastras por los cantos de sirena y haz como Ulises: átate al mástil de tus convicciones y encuentra en la perspectiva histórica más amplia, argumentos para desmontar las afirmaciones de quienes van camino del “estrellato”.

3.-Sé paciente y espera la gran oportunidad. La paciencia es un activo escaso, especialmente desde que se instaló en el conjunto de la industria la obligación de rendir cuentas periódicas, fundamentalmente trimestrales. Hay pánico a la espera y propensión a actuar porque sí como justificación del propio trabajo. No hagas nada cuando no haya nada que hacer. Ahora es momento de acumular caja para cuando el pánico o la euforia irracional te den entrada en el mercado.

4.-Ve contra el sentir generalizado del mercado. Es la única manera de encontrar alpha en el mismo, valor diferencial frente a la masa. La búsqueda y materialización de valor pasa, generalmente, por comprar barato lo que otros venden y vender caro lo que otros compran. Somos animales sociales, estamos cómodos entre la multitud. Salte de esa estela. No importa ser el raro, sino acertar. Y ahora todos aborrecen el dinero en efectivo (¿olvida el autor el miedo sobre el dólar como dinero fiduciario?).

5.-El riesgo no es un número teórico sino la pérdida permanente de capital. La obsesión por indicadores tipo VaR, desviación típica o beta sirven para tomar distancia de una realidad mucho más cercana y objetiva: estamos hablando de potencial impacto económico negativo de las decisiones, fruto de la suma de tres factores: errores de valoración, errores de apreciación y errores de gestión de balance (sobrevenidos estos dos últimos).

6.-Desconfía del apalancamiento. Bestia peligrosa que nunca va a convertir una mala inversión en buena pero que puede destrozar una idea oportuna y potencialmente rentable. Buena parte de la llamada innovación financiera no son sino formas encubiertas de mayor retorno ligado a más endeudamiento. Se inventa la rueda una y otra vez y ésta cada vez da menos estabilidad…

7.-Nunca inviertas en algo que no entiendas. Puro sentido común. Si algo aparenta ser demasiado bueno como para ser verdad, probablemente… no lo sea. No olvides que estás en una industria en la que lo simple se hace complejo con el único fin de generar comisiones para los “autores”.